Cambiar contraseña
Si te has olvidado de tu contraseña, a continuación puedes escribir tu nombre de usuario o dirección de correo electrónico y te enviaremos un correo con un enlace para que configures una contraseña nueva.
Cancelar
Enlace de restablecimiento enviado
Si la dirección de correo electrónico está registrada en nuestro sitio, recibirás un email con instrucciones para restablecer tu contraseña. Enlace de restablecimiento de contraseña enviado a:
Revisa tu e-mail e ingresa el código de confirmación:
¿No ves el correo electrónico?
  • Reenviar el enlace de confirmación
  • Volver a empezar
Cerrar
Si tienes alguna pregunta, por favor contacta al Servicio de Atención al Cliente
Parejas liberales y swingers

UN ENCUENTRO INESPERADO, parte II  

Gaviaoxx 58H
4 entradas
15/5/2020 11:49 am
UN ENCUENTRO INESPERADO, parte II

La continuación después de aquel momento en que tres visitantes textiles tuvieron la oportunidad de ver a mi ex esposa casi desnuda.

Eran alrededor de las 6 de la tarde, ese momento muerto en Desire Resort, en el que ya no hay suficiente sol que justifique estar en la playa; en el jacuzzi corre demasiado alcohol y las conversaciones son a gritos y los restaurantes aún no abren para la cena.
Mi ex mujer y yo, híper estimulados por la espontánea escena que acabábamos de vivir llegamos a la puerta de nuestra suite tomados por la cintura, sintiéndonos cómplices y en consecuencia, más cercanos que nunca.
Alina pasó directamente a la terraza, para admirar el mar que lucía como un espejo de plata con el sol que le llegaba desde nuestras espaldas. Yo hice una escala por el frigo bar, tomé un botellín de vino espumoso y lo dividí en dos copas y seguí a mi esposa, ofreciéndole una de ellas.
“Por Pablo, Valo y Josema, que deben seguir con el pito de piedra”, brindé.
“Como el tuyo ahora mismo”, dijo Alina. Y haciendo a un lado mi pareo, tomó mi pene con una mano y vertió un poco de vino sobre él. ¡La sensación del líquido helado y burbujeante en mi miembro palpitante fue sensacional!, aunque nada comparado con lo que pasó en seguida, cuando mi mujer se arrodilló frente a mí y su boca se abalanzó sobre la verga, engulléndola al menos hasta la mitad, intentando no desperdiciar ni una gota del espumante. Con maestría continuó con el “pito shot”, mamando, acariciando y bebiendo el vino, mientras yo rozaba el cielo recargado en la barandilla de la terraza.
Cuando terminó su vino yo estaba deseando clavarle mi tranca en su vagina, pero mi ex mujer tenía otros planes. Se recargó de espaldas en la barandilla y abrió las piernas. Con suavidad me quitó mi copa, casi llena y la comenzó a verter lentamente entre sus pechos. Un hilo del líquido corrió de inmediato por su vientre hasta llegar a la vulva, donde mi lengua ya esperaba ansiosa. Alina fue incrementando el caudal de vino, lo que me hacía difícil beber con la delicadeza inicial y terminé dándome un festín de espumoso y flujos vaginales que sabía a gloria.
Ambos estábamos ardientes, disfrutándonos mutuamente. Ella entonces se dio vuelta y se inclinó hacia adelante, con sus manos en la baranda, invitándome a penetrarla desde atrás, lo que hice no sin antes abrir sus nalgas con ambas manos y lamer concienzudamente su ano y su perineo, lo que la hizo arquear la espalda y emitir tres o cuatro largos gemidos. Me levanté y coloqué mi verga entre sus piernas frotando con ella su vulva, ayudado por mi mano. Alina también la tomó con una mano, urgiéndome a metérsela; pero cuando ya estaba por entrar en la vagina, yo me retiraba un poco evitando la penetración, hasta que ninguno de los dos pudo más y le sumergí mis 19 centímetros de carne turgente de un solo golpe. Un ronco “¡Ahhhh! Salió de su garganta, mientras sus nalgas me embestían con potencia en un mete-saca en el que yo no tenía ningún control. Me incliné hacia el frente pegando mi pecho a su espalda y tomé ambas tetas entre mis manos, besando su cuello y detrás de sus orejas.
Entonces, algo llamó mi atención dos pisos abajo, junto a la alberca: Una atractiva pareja rumana –con quienes nos habíamos topado esa mañana en el restaurante- nos miraba sin perder detalle. Estaban tendidos en un camastro; el hombre tenía una erección respetable y su mujer lo masturbaba mientras ambos disfrutaban del show. Hicimos contacto visual y la mujer me dedicó una sonrisa al tiempo que pasaba su lengua por el labio superior; él levantó el pulgar en señal de aprobación.
Le pregunté a Alina: “¿ya viste allá abajo?”. “Desde hace rato”, me respondió, “no pierden detalle”. Yo, conociendo su idea respecto a que el mostrarse desnuda frente a otros nunca le representó problema, pero las relaciones sexuales siempre las había reservado para la intimidad, agregué: “¿Y no te importa?”. “Te confieso que me pone más caliente, ¡me he convertido en una guarra!... ¡pero tú ya cógeme y no hables, cógeme, cógeme!” Comenzaba la cuenta regresiva… yo sabía que en 10 segundos su cuerpo se pondría tenso y se liberaría su orgasmo. Me dejé llevar por mi emoción y mi instinto y me vacié en ella justo cuando descendía de su clímax, lo que la encendió de nuevo, prolongando la incomparable “petit mort” que sólo puede darse entre dos personas que se aman, se atraen y se desean como nosotros tuvimos la fortuna de hacerlo.
Gritamos y jadeamos sin ningún pudor, olvidándonos por un momento de nuestro entorno, con la certeza de que el Universo se componía en ese momento únicamente de nosotros dos y que el Big Bang era mi sexo explotando dentro del suyo.
Cuando volvimos al mundo real, volteamos hacia el camastro de la piscina, sin encontrar a nuestros espectadores.
Nos quedamos abrazados, viendo cómo el agua del océano se tornaba cada vez más oscura, al ocultarse los últimos rayos solares de ese inolvidable día.


PesadoTam 44H
731 entradas
30/5/2020 5:10 pm

Delicioso como siempre imaginar a tu esposa.. ex esposa.. felicidades


Házte usuario para comentar en este blog